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Entonces gritó tan fuerte como un león que ruge, y luego se oyeron las voces de siete truenos. Cuando los siete truenos hablaron, estaba yo por escribir, pero oí una voz del cielo que me decía: «Guarda en secreto lo que dijeron los siete truenos y no lo escribas».

Luego, el ángel que vi de pie sobre el mar y la tierra levantó la mano derecha al cielo

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